La autoridad del creyente sobre Satanás
LA AUTORIDAD DEL CREYENTE SOBRE SATANÁS
(Lucas 9: 1)= Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.
(2) Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos.
Toda autoridad que Satanás pueda tener, ha sido usurpada de Dios. Debemos verlo con absoluta claridad para reconocer la autoridad que nosotros poseemos sobre el diablo, autoridad que, como veremos, nos ha sido dada por Dios por nuestra relación con Jesucristo.
Cuando Jesús vino a la tierra logró arrebatarle el cetro al usurpador. Los demonios siempre reconocieron su autoridad y aún su deidad. Cada vez que se sometieron reconocieron que Él era supremo aún sobre su jefe: Lucifer.
Alguien dijo alguna vez con mucho criterio y sabiduría que la cruz de Cristo constituye la base divina para la liberación del poder satánico. De allí que quien desea ser liberado buscará la cruz, no así quien desee seguir siendo dominado.
Nosotros, por nosotros mismos, no tenemos autoridad sobre los demonios. El Salmo 8 dice bien claro que hemos sido creados “un poco menor que los ángeles”. De manera que por creación, somos inferiores.
Pero cuando al aceptar a Cristo como Señor y Salvador somos transformados en hijos de Dios, nos identificamos con Él. Efesios 1 dice que Dios resucitó a Cristo y lo sentó a su diestra y a nosotros con Él. Sabemos que cuando Él murió, morimos; cuando resucitó, resucitamos; cuando ascendió, nosotros fuimos con Él y nada podrá separarnos.
(Romanos 8: 26)= Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Podemos ver con absoluta claridad en la Biblia, como Jesús ha delegado esa autoridad.
1)= Ungió a los doce y les dio autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades y los envió a predicar el evangelio de Dios y a sanar a los enfermos. (Lucas 9:1-2, arriba descripto).
2)= Envió a los setenta y les dio instrucciones decididamente precisas y específicas.- (Lucas 10:8-9)= En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed de lo que os pongan delante; (9) y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios.
3)= También dijo, conforme a lo que leemos en Lucas 10:19: Os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo y nada os dañará.
4)= Envió a todos sus discípulos: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio … Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas … Sobre los enfermos pondrán las manos y sanarán”.
5)= Y también dijo: El que cree en mí, las obras que yo hago él las hará también, y aún mayores hará porque yo voy al Padre.
6)= hechos 1:8 dice que Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, haciendo referencia a la plenitud, bautismo o llenura del Espíritu Santo en la vida del creyente.
Esta es la primera y más importante liberación: sacar a una persona del reino de las tinieblas al Reino de la Luz. Es presentar el evangelio de Salvación conforme a lo que leemos en Colosenses 1:13.
Dios está esperando que usted participe de esta lucha. Dios espera que usted esté en pie de guerra contra el adversario, que ejerza su autoridad, la autoridad que Él le ha dado, de tal manera que usted resista y haga frente con éxito los ataques del maligno.
Muchos creyentes sufrimos constantemente tensiones y temores incesantes por no habernos apropiado y ejercitado la autoridad que Dios nos ha dado. Usted es un hijo de Dios y Él espera que resista y haga frente al enemigo, oponiéndose a él hasta hacerle huir.
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Ricardo Pérez

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Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. OSEAS 4:6
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Padre celestial, reconozco que soy pecador(a). Me arrepiento de mis pecados. Creo que Jesucristo murió por mis pecados, que resucitó de la tumba y que vive para siempre. Le abro la puerta de mi corazón y de mi vida, y recibo al Señor Jesús como mi Salvador. Deseo que El sea el Señor de mi vida. Gracias por salvarme. En el nombre de Jesús, amén.
 
 
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